Como seres humanos esta es una palabra que nos cuesta. No, es una negación, la indicación de que lo que estamos pidiendo no se hará, que la respuesta a nuestra pregunta es una negativa y dependiendo de la situación las posibilidades se abrirán o cerrarán. Para nosotros (mi esposo y yo), un NO significó la diferencia entre vida o muerte, alegría o dolor, seguir o detenerse, creer o dudar, soñar o rendirse entre muchas cosas más.
Pensamos que a los “buenos” solo cosas “buenas” les deben pasar, y que nosotros nos habíamos ganado el derecho a tenerla, pero no fue así, ÉL dijo NO frente a nuestro ruego; fueron días y noches enteras clamando por su vida, su vida aquí en la tierra…
Llevábamos tan solo mes y medio con ella, aún yo estaba aterrizando de esa nube de hormonas comprendiendo lo que significaba ser mamá, hasta ahora la estaba conociendo, sus sonidos, su temperamento, lo que le gustaba y lo que no, que significaba cada grito o lloro, hasta ahora estaba entendiendo el sacrificio y arduo trabajo de los padres y hasta ahora estaba comprendiendo cuanto Dios me amaba, porque si él lo hacía más de lo que yo a Abby, pues era incalculable ese amor.
Su NO nos derrumbó, nos dejo sin aliento, ni llorar calma el dolor que sentimos, era nuestra única hija, la primera; pensé que fue injusto, el plan nuestro no concordaba con el de Dios, en definitiva, no sabríamos cómo continuar viviendo sin ella.
Nuestra esperanza: la eternidad, una que se nos prometió y se cumplirá; no aquella que me imaginaba de estar aplaudiendo a un Dios egocéntrico sentado en una silla de juez, sino aquella que completará lo que no vivimos aquí, sin dolor, llanto, ni enfermedad. Nuestra esperanza es que un día Abby volverá en nuestros brazos, la veremos nuevamente sonreír, ella mirará a su papá con esos ojos grandes y amorosos, bailará nuevamente con él y yo le seguiré inventando canciones.
Por ahora estamos aprendiendo a vivir con ese NO, elegimos creer que ese NO significó una pausa aquí en la tierra, pero vida eterna con ella, que ella siempre será nuestra alegría como su nombre lo indica. Aunque por un poco de tiempo haya dolor, elegimos creer que Dios es bueno, aunque no entendamos, aunque nuestro termómetro de lo bueno y malo sea diferente al suyo, ya que desde el Edén, con una visión limitada, pretendimos definirlo.
Por último, elegimos soñar, pesé a que por el momento solo veamos un día a la vez, cuando estemos una vez más con ella, queremos contarle todo lo que su vida y regreso a casa inspiró y todo aquello que comenzamos a hacer y ser a causa de ella. Este NO, nos marcó por el resto de nuestra vida, llevamos tatuado su nombre en nuestro corazón y eternamente seremos sus papás… Este NO, no es diferente al de muchos que han pasado por algo similar, aún así elegimos que este NO fuese un SÍ para siempre.