¡Es difícil mirarnos a los ojos! Es difícil pararnos frente a frente y ver la inmensidad, ver la pureza, la bondad, el dolor, el pasado en otra persona y no sentir que todas esas emociones guardadas por mucho tiempo afloran; no hay forma de entenderlo, ni mucho menos de controlarlo, vernos en los ojos de los demás nos hace recordar y a veces, muchas veces, nos hace ponernos en los zapatos del otro, entender lo vivido sabiendo que es todo aquello que nuestro sentimiento guarda y que quiere salir.

Lo especial de este mirarnos frente a frente y de hacer “contacto visual” es ver cómo las armaduras que usamos en el día a día se caen y nos dejan ver lo que hay en nuestros corazones, porque lo que nos hace especiales es dejar que todo fluya y simplemente vernos a los ojos.

Yo caminé con esa armadura, fuerte y «segura», sin siquiera pensar que al encontrarme en los ojos de los demás me iba permitir llenarme de emoción y dejaría caer pieza por pieza ese armazón que no me permitía avanzar, ver las miradas de aquellas personas que son importantes en mi vida y cuestionarme por qué rara vez me detuve a verlos, deje pasar los días sin enterarme o pensar cómo son y que estaban sintiendo.

Hoy me atrevo a decir que es difícil ver fijamente a los ojos y no tener mil sentimientos encontrados, porque es increíble la forma en que este momento puede actuar en nuestros corazones, pero es aún más satisfactorio llenarnos de emoción, encontrar en los demás eso que nos hace tan parecidos, porque a veces creemos que lo que tenemos guardado en nuestro corazón es especial y único, pero vernos en el “espejo del alma” nos hace pensar que tenemos muchas más cosas en común de lo que creemos, compartimos sueños, esperanzas, pasados dolorosos y secretos, pero nada que una mirada sincera no deje conocer.

Y la pregunta es cuántas veces te has detenido a ver los ojos de tus más cercanos, de aquellos que significan o significaron el amor de padres, o de un compañero de viaje al que rara vez vemos, de tu mejor amigo, de tus hermanos…porque no somos capaces de detenernos y encontrar nuestras miradas y ver más allá. Te invito a hacer un alto y a detenernos en el día a día que se convierte en rutina y que hace que sobrevivamos en un pasar por la casa o el trabajo sin llenarnos de nada, un pare para vernos pero sobre todo para mirarnos fijamente y ver los ojos de nuestro corazón.

Morazul